Es el día 8 de junio de 1924... George Mallory y Andrew Irvine abandonan su campamento, emplazado a más de ocho mil metros de altitud, con un único objetio: coronar la cima del Everest. Horas más tarde, un compañero distingue entre las nubes dos siluetas que avanzan decididas, superando los últimos obstáculos que los separan de la meta, pero esa imagen sólo durará un instante; el tráfico destino de los dos montañeros desaparecidos queda entonces oculto por la niebla que protege los secretos de la gran montaña.

A partir de ese día, los nombres de Mallory e Irvine entraron a formar parte de la leyenda: como unos antiguos caballeros, se perdieron en busca de un Grial helado e inexpugnable, y nadie sabía si habían conseguido su propósito. Sin embargo, los hechos dieron un giro inesperado el 1 de mayo de 1999, cuando un grupo de escaladores capitaneados por Eric Simonson encontró el cadáver de George Leigh Mallory. El misterio del Everest nos habla de este hallazgo y de la vida aventurera de Mallory, uno de los últimos personajes románticos del siglo.